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viernes, 20 de junio de 2008

Tres golpes

**Este escrito lo publiqué además en http://ideassinfrenos.blogspot.com**


La niña Juanita está sentada en su mecedora, acurrucada en una mantita de lana de oveja. Miraba por la ventana, mientras las gotas de lluvia caían indiferentes, frías sobre la acera y el asfalto. De pronto se detuvo una carroza fúnebre frente a su casa, y alcanzó a ver como toman el ataúd del viejo y se lo llevaban. Tras él, una cofradía de seres tristes, viudas cenicientas y nietos revoltosos caminaban en una marcha desoladora a las puertas del cementerio.

La situación le recordó a su padre, entonces escuchó un sonido en la ventana, tres golpes, como lo hacía siempre papá cuando traía dulces…tres golpes como los que daba papé en la mesa cuando mamá le llevaban su plato favorito…tres golpes como los que él le daba suavemente en la espalda a su hija después del beso de las buenas noches…tres golpes como los que el daba con sus manos a modo de aplauso cuando su hijita daba sus primeros pasos y cantaba sus primeras canciones…tres golpes como los que recibió en la nuca, tres golpes asestados por la gélida macana de un uniformado, los tres golpes más caros.

La niña corrió al ventanal para deslizarlo, para ver a su padre, que aquella tarde parecía haber golpeado la ventana como siempre, tres veces ¿Has vuelto papito? ¡Qué contenta se pondrá mamá cuando lo sepa! ¿Me trajiste dulces de anís? ¿O unas frutillas tal vez?… pero de él no había nada, sólo una oleada de viento frío y el olor a flores del funeral del vecino de en frente… ¿Y de los tres golpes?...no queda nada…

domingo, 15 de junio de 2008

La dama de la torre

Me fuí de viaje...tardé un siglo en volver a encontrarte.No puedo decir que fue un mal viaje, todo estaba lleno de verdades, y todos mis miedos se conviertieron en neblina, sobre tus ojos.
Era muy tarde, casi oscurecía, pero te podía ver de todos modos, a la distancia, sentada a orillas de una torre eterna. La luna se desprendía generosa, en forma de rayos sobre tu piel clara, y yo sentía que podía alcanzarte, cada vez más cerca de aquella torre. Sentí que me pesaban los hombros. El viento se hacía cada vez más helado a medida que subí las escalas de hielo de esa torre. Aunque la sola promesa de poder verte y sentirte me llenaba de un calor, inmerso en lo más profundo de mi alma. Fue entonces que logré llegar hasta ahí, a lo más alto de la torre, y ahi estabas, tú, la dama perfecta, la de los ojos claros, la frágil muchacha con aroma a flores, la suave mujer en que te habías convertido, entonces noté que algo no andaba bien...parecias no respirar, tus ojos fijos en la luna. Pensé lo peor, pero no, no estabas muerta, simplemente eras así, una fija imagen, un holograma inexistente, ¿Será por eso que te quize tanto? ¿Porque eras una suave imagen? ¿Porque yo te cree a tí?
Bajé de la torre, desilusionado, tu imagen no me parecía más que una figura gélida, una ilusión estática, sin color...una estatua. Tuve deseos de arrojar tu imagen desde la más alto de la torre para que se partiera en mil trozos de hielo, aunque ya estaba muy lejos de la torre, asi que continué mi camino.
Cuando llegué al mismo lugar en que había comenzado mi viaje, me encontre contigo, y me di cuenta que en tus defectos y en tus virtudes, estaba esa belleza que me cautivaba tanto de tí. Fue sólo entonces que me dí cuenta que te había encontrado, a pesar de que estuviste siempre a mi lado, y nunca supe verte...en ese instante terminó mi viaje...