Pasaron los días, los meses, los años y Mara tenía ya quince años y un cofre saturado de secretos, algunos tan ingenuos que conmovían, otros tan serios que serían la preocupación de cualquier especialista.
Era un día Martes, o Miércoles quizás, y Mara se levantó como siempre, por el lado derecho de su cama, estiró sus sábanas, le dio un beso a su oso de peluche y abrió las ventanas de par a par, miró hacia fuera, respiró una bocanada de aire puro y salió rumbo al colegio, pisó charcos inmundos, la llovizna le cubría el cabello, los automóviles pasaban indiferentes, ajenos a la lluvia, salpicando a los transeúntes, inclusive a Mara, un auto la empapó desde la cabeza a los pies. Tiritando de frío y rabia Mara se dispuso a volver a su casa, se cambió de ropa y al ver la ropa toda mojada pensó que lo mejor sería que su madre no lo supiera, entonces era un secreto más para el cofre. Escribió en un papel amarillo, levantó la almohada, miró, y sus sorpresa fue enorme al ver que el cofre había desaparecido, buscó en los muebles, en las charcas, debajo de la cama, por el suelo, el aire, por el agua, por un bosque, por las dunas y nunca pudo encontrarlo. ¿Quién habría sido capaz de desentrañar tan íntimo objeto? Era su secreto más grande, el cofre de los secretos, aquel en el que escribió amores y desamores, peleas, conflictos internos, pecados, maldiciones, horrores y verdades, verdades tan crudas como íntimas que prefería mantener así, en secreto, por siempre, sin embargo todo se le vino al suelo cuando se percató de que el cofre había sido robado…
Volvió a su casa con la cara llena de desanimo y se fue a dormir, como siempre, cerró la ventana de par a par, sacó a su oso de peluche y lo puso en su mesa de dormir, le dio un beso, se metió a la cama por el lado izquierdo y se sumió en el sueño.
Al día siguiente hizo el mismo ritual de siempre y cuando abrió la ventana vio a todo el mundo ahí, estaba su madre, toda su familia, los muchachos y las niñas de la escuela, las monjas, los curas, los profesores, el médico, el panadero, el lechero, el vendedor de gas, en fin todo el pueblo. Unos la miraban con repudio, otros con asco, unos se burlaban, todos conocían sus secretos, sintió como el corazón se le desgarraba lentamente, pronto se volvió oscura, sus ojos de niña se convirtieron en dos vacíos globos sin brillo, sus brazos dos ramas supurantes de odio, ella no quiso acceder a ese juego infame del que la querían hacer partícipe, se vistió de negro, se paró en su balcón, los miro a todos con desprecio, les dijo tantas suciedades y sus palabras eran veneno a los oídos, algunos lloraron, sin embargo su espíritu de niña la traicionó y se quebró en un llanto arrepentido, sus ropajes negros, eran otra vez blancos, sus ojos eran dulces nuevamente, se abalanzó en el balcón y sintió como sus brazos eran ahora alas blancas con las que iba a volar lejos de ahí, agitó los brazos y saltó del balcón, lamentablemente había sido solo una sensación, porque Mara fue atraída por la gravedad, sin piedad alguna, y sus ojos de niña de miel se apagaron…
Ese es el secreto que vengo a contarles, lo escribí en un papel y lo guardé en un nuevo baúl, algo más grande que los otros, un cajón de terciopelo dentro del que descansan dos grandes secretos, este papel y el cuerpo de Mara…

7 comentarios:
siento que no es bueno guerdarse demaciados secretos para si...
el cofre del corazon estalla sin previo aviso desatando una tormenta de penas y amarguras, que si es liberada "estrategicamente", en pequeñas cantidades y en el momento, causan un menor daño a nosotros y a nuestros seres queridos.
me gusta como escribes, tienes talento =)
cuidate!
hau!
Los secretos suelen ser un absurdo. En cierta forma, uno tiene la necesidad innata de transmitir.
¿A qué se teme? Tal vez el absurdo no es el hecho en sí, sino el juicio.
Ya tenías abandonada a "La Caja", por suerte ya encontré otro lugar donde parece que voy a tener más noticias de vos.
Un abrazo grande. Como siempre un gusto.
Arkadia
Te hice caso y pasé por aqui! Todo un placer, me gustó mucho la historia, aunque me hizo pensar en el día en que yo lancé mi caja de secretos al carajo y le saqué la lengua!
pobre niña. Si alguen se llega a enterar de mis secretos no sé qué hago...
Wow, tienes tanta creatividad en tu cabeza juan...me da mucho gusto que ahora la puedas pasar a papel...bueno, al blog ^^
Porque tienes más tiempo...
Dos textos extensos y geniales en menos de dos días
Felicitaciones!
Me encantó este relato también, y me picó la curiosidad
¿Qué terribles secretos podría guardar una niña como Mara? Y ...¿Quién fue el o la infame que robó esa parte tan delicada de su vida?
bueno, supongo que lo descubriré en sueños
Saludines!
A veces hay secretos que no deben ser contados, ni siquiera escritos. Pero no hay que guardarse todo.
Gracias por la visita, muy lindo blog.
Salú!
debo ser sincero y decirte que no me gusto mucho tu cuento, pero es bueno escribir al fin y al cabo.
Pd: con 15 años no te das cuenta de muchas cosas.
saludos :)
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