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lunes, 24 de diciembre de 2007

Carta en un día de lluvia

Samuel escribió la última palabra de su carta, una palabra muy comprometedora, una palabra de amor, como tantas ya le había escrito en secreto a Ramona. Nunca le había confesado lo que sentía, tantos sentimientos volcados eran un guiso indescriptible a las palabras, sin embargo hizo el esfuerzo aquella mañana y juntó un montón de palabras de tal forma que lo que obtuvo fue una carta llena de pasión y promesas para Ramona. Samuel dobló la hoja y la guardó cuidadosamente en un sobre de color blanco. Apagó la radio que había estado acompañándolo toda la mañana, no obstante él la había ignorado por completo debido a su laborioso trabajo de escribir una carta a Ramona. Abrió la puerta del departamento, bajó las escaleras, saludó a la anciana que hacía el aseo, salió a la calle. Todo le parecía ajeno, en cada persona, en cada objeto veía la figura de Ramona. Escuchó a sus espaldas una voz suave, miró, y no, no era ella. Siguió su camino, estuvo unos minutos en el paradero de microbuses, ninguno le servía, finalmente decidió caminar, a pesar de la suave llovizna que caía. Vio de pronto a una mujer, que caminaba de la mano de un hombre, su espalda, su pelo, idéntico al de Ramona, sintió que el corazón se le desgarraba, apuró el paso para ver la cara de la mujer. Para disimular se aproximó, le tocó el hombro, los ojos celosos del hombre que acompañaba a la mujer lo amenazaron, la mujer también volteó, no era Ramona, le dijo: -¿Si? -¿Me puede decir la hora? – dijo Samuel por decir algo. La mujer lo miró como si se tratase de un imbécil a quien hablaba, por cortesía le dijo: -Las siete y media de la tarde… -Gracias… Samuel no entendió el tono algo sarcástico de la mujer, y no evitó oír la risa burlesca del hombre, luego miró hacia delante y vio montones de relojes enormes que estaban puestos en la calle desde hace mucho tiempo, todos indicaban las siete y media, como amenazando a la gente con sus fríos números indicándoles qué hora, qué minuto, qué segundo era el exacto, un segundo, una milésima menos de vida, hay que apurar el paso parecían decir. Entonces comprendió las burlas de la pareja que se perdió entre la avenida de relojes y la gente que iba y venía con paraguas o sin ellos, corriendo de la lluvia. Sin embargo esto no le afectó en lo más mínimo, su cabeza tenía otras prioridades como Ramona, Ramona y Ramona. Un estruendo sonó en el cielo y la suave llovizna se transformó en lluvia torrencial, Samuel corrió para que la carta no se estropeara, la apretó fuerte con el pecho, protegiéndola de las inoportunas gotas. De pronto vio un edificio familiar, un edificio amigo, entró, subió las escaleras, con el cuerpo tiritando de frío, pero con la mente llena de esa emoción que lo movía a cada instante, llegó a la puerta del departamento de Ramona, no se atrevió a tocar el timbre. Estuvo ahí en la puerta de Ramona muchos minutos, que se transformaron casi en horas, o días… Al fin tuvo el valor, y luego de pensar la palabra indicada para iniciar la conversación tocó, fue una sola vez, apretó el botón con cierto temor. Un temor tan grande, un temor horrible, de encontrar la habitación vacía, o un cartel que dijera: "Me fui de vacaciones", un temor indescriptible de encontrar a su amada descompuesta por una fuga de gas, pasaron miles de imágenes descabelladas por su cabeza, sin duda la más terrible fue la última, en que vio a Ramona del brazo de otro, tan terrible como lo sucedido hace un rato cuando la confundió en la calle. En ese lapso no tan extenso el cerrojo de la puerta sonó, la perilla dio una vuelta y la puerta se abrió, era ella, Ramona, vestida de forma muy elegante, con el pelo algo húmedo, los labios de ese color rojo que enloquecían a Samuel, su par de ojos pardos que se mostraron alegres al entrelazarse con los de Samuel, antes de que Samuel pudiera decir algo ella lo inhibió con un: -Hola -Hola - dijo Samuel mirándola nuevamente, sin decir nada.-¡Mírate hombre! ¡Estás todo mojado! ¡Pasa! Entonces Samuel obedeció como si fuese un lacayo, un servidor, un perro fiel. Sonaba música, muy suave, de esa que ella siempre escuchaba. Para romper el silencio incómodo que ambos sentían ella le dijo: -¿Pasa algo malo Samuel? Te noto algo raro... ¿A que se debe la visita, amigo?-No…- dijo Samuel y le ofreció una sonrisa, algo forzada – simplemente pasaba y quería saludarte… -¿Me esperas? – dijo ella, y sin recibir respuesta fue a la cocina… Samuel estaba nervioso, no sabía que sucedería después, las manos le temblaban, llegó de nuevo ella con una botella ¿Qué significaba eso? Samuel pensó que iban a tener una cena, eso hubiese sido lo mejor, le hubiera dicho todo lo que sentía y tal vez la cita hubiera terminado de la mejor forma, sin embrago ella le destruyó toda la fantasía: -¡Son las ocho y media! ¡Va a llegar Héctor! ¿Te conté que estoy de novia? Héctor es lo mejor que me ha pasado en todo este tiempo… ¿Por qué no invitamos a Gloria? Tu me contaste el otro día que estabas loco por ella…Podríamos hacer una cita doble ¿Qué te parece? Samuel sintió que su corazón estaba derritiéndose, y Gloria, bueno… Gloria era una mentira… Los miedos de Samuel se estaban materializando, sintió una angustia enorme, un hielo que le atravesaba el abdomen, le dijo entonces a Ramona: -No, Ramona, me voy, es que andaba de paso… -¿Y ese papel? – Dijo Ramona al ver la carta algo arrugada en la mano de su amigo… -Son cuentas, tengo que ir a pagarlas… -Esta bien amigo - entonces lo abrazó, pero sintió el rechazo porque lo dejó enseguida – nos vemos ¡Adiós! Samuel salió, bajó las escaleras, entonces vio a un hombre que iba subiendo las escaleras, lo miró, el tipo lo saludó y cada uno siguió su rumbo, Samuel salió del edificio, y el hombre, seguramente Héctor, subió las escaleras para ver a Ramona… La lluvia se volvió aún más fuerte, Samuel se sentó en una banca de la plaza, miró hacia arriba, las gotas en los ojos lo obligaron a cerrarlos. Recordó entonces lo que tenía en su mano, era la carta, la abrió, las letras estaban todas borrosas, la tinta escurría, las letras se revolvían en el papel, solo unas pocas palabras se salvaron de la lluvia…Samuel se fue, dejó la carta en la banca, caminó por la plaza, hundía los pies en el charco, cruzó la calle sin mirar y un auto casi le asestó un golpe letal, Samuel, indiferente miró al conductor, el que algo furioso tocó la bocina. Samuel continuó su ruta, se sentó en la banca del paradero de microbuses, en su cabeza retumbaba el último párrafo de la carta, empezó a recordarlo, era algo así:

"Te amo Ramona, desde ahora no importa nada más que eso...
Esperaré tu respuesta aunque pasen siglos antes de tenerla,
Aunque no lo creas te amo desde la primera vez que te vi,
Sea un si o un no lo que me respondas siempre te amaré y
Hasta la luna te llevaría si es necesario para que veas que
La emoción que me produces, ese amor tan inmenso no es
otra sino la verdadera necesidad de tenerte cerca, eres mi
vida, te amo con todo mi ser, déjame seguir amándote...

Samuel se fue a su casa, se acostó y durmió sin dificultad, sin embargo la angustia lo ahogaba.
Al otro día la lluvia había cesado su danza frenética, el sol salió dejando una huella de pureza en el cielo, muchas personas pasearon por la plaza, nadie miraba la carta que estaba en la banca, abandonada, solitaria, el sol se había encargado de secarla, la humedad se había ido con los primeros indicios del calor del sol, sin embargo las fisuras que dejó la lluvia furiosa eran irreparables. De pronto llegó Ramona, jugueteando con Héctor, se sentaron en la banca, se besaron unos instantes, Ramona posó su mano en la banca y sus dedos rozaron la carta, Ramona la tomó y la miró, solo se habían salvado las primeras palabras del último párrafo y estas decían así:
Te
Esperaré
Aunque
Sea
Hasta
La
otra
vida

Ramona empujó el papel con su mano, el que cayó a un charco y siguió besando a Héctor. Luego se fueron y Héctor sin darse cuenta pisó la carta, la que se hundió en el barro del charco y desapareció en él…



4 comentarios:

Karisdisdis! dijo...

ooo quede pa la embarra xD

me parese tan familiar esa historia xD
esque me paso algo parecido xD

Me gusto
es como no c ..
akaam

Gracias por pasar
Segumios pasando Dale :D
Feliz año 2008 :D

Volantina dijo...

Snif.....

Mientras leía la historia estaba, como.....metida, aunque parezca vulgar
como que estaba pendiente de la próxima letra...

escribes genial Juan!
sigue así oye...qué facilidad para hilar palabras!

Pobre Samuel...Que ciega eres Ramona!

Saludos! Feliz año 2008!

Patricia García-Rojo dijo...

Pobre Ramona, lo que se perdió, ¿la querría tanto tanto como Samuel el chico elegido?

ains...

Laura dijo...

aps...
sin comentarios

el amor egoista solo nos ciega...

cuidate!
hau!